“¿Enamorarme yo? Jamás”. Así decía hace mucho tiempo cuando todavía jugaba con muñequitas y estufitas, cuando apenas era una niña que el único sentimiento de amor que sentía era hacia mi madre. Pero, como lo indica la naturaleza, esa niña dejo de ser niña y creció y todas las fantasías infantiles que alguna vez creé fueron desapareciendo con el paso de los años. Hoy no puedo decir lo mismo gracias a ti.
Soy de las que pienso que enamorarse no es sólo sentir maripositas en el estomago. Implica tantas cosas que cada día se vuelven más exigentes. La verdad, no sé describir con exactitud qué se siente cuando amas porque cada persona tiene su estilo y sus mil formas de amar, formas que nosotros no creamos porque pienso que nada en el amor es planeado, todo fluye y es producido por esa cantidad de sentimientos que nacen de ti a partir del amor. Cada pequeño detalle que se construye cada día entre los dos son cosas que nadie podrá cambiar y, a diferencia de hace muchos años, hoy puedo decir que estoy perdidamente enamorada porque simplemente así lo sentí y sé que es amor porque la vida me lo demostró a través de él.
¿Quien? Su nombre es Diego. Es el joven por el cual escribo esto y el que probablemente ahora lo esté leyendo. Es todo lo que corre por mi cuerpo y lo que me hace pensar que mis ojos se hicieron con su nombre en ellos, porque es lo único que me gustaría mirar el resto de mi vida. Él es el único que me hace pensar en que los problemas son hermosos gracias a que él los supera conmigo. Él es el que puede hacer que viva como jamás viví. Él es el rey de mis pensamientos, el que me hace temblar con su presencia, con el que todo me da pena, él es lo único que me inspira, él es el que hace que sienta la más fuerte adrenalina del mundo acompañada con las miles de emociones que solo el produce en mi, él es el único que me puedo hacer olvidarme de todas las reglas y romperlas por un muy buen motivo, él es mi mayor motivación para salir adelante y lo que hace que cada día quiera ser mejor en todos los campos, él es el único que me puede hacer sufrir como loca y el dueño de todas mis lágrimas de felicidad, de tristeza de miedo de lo que sea. Él es el que me puede hacer mirar más allá de lo superficial y entrar a su mundo interior donde desnuda su alma para que cada día vea lo maravilloso que es. Él es el único que sin querer queriendo me emboba con su belleza. Él es quien me pone celosas con cualquier cosas, es el que me entiende y me conoce más que nadie, es quien me aguanta con mis rabias, mis tristezas mis alegrías, mis amarguras mi forma de ser que no es muy sencilla, quien soporta mis insultos, mis griterías, hasta mis pocos golpes que más que carnales son espirituales. Él es el único que me hace analizar cada pequeña cosas que únicamente el hace grande por ser él quien las tiene, cosas como su sonrisa: esa sonrisa que amo y que me muestra la luz que ni siquiera el sol supera.
Sus celos: esos que me emocionan, cuando se pone rojito como un tomatico y me hace saber que soy suya. Su rabia: que es insoportable pero es de humanos enojarse. Sus defectos: que solo él hace perfectos. Sus ojos: hay esos ojitos negros que me ponen como una loca. Sus besos: esos besos que me transportan a otro mundo.
Tantas cosas que lo conforman y tantas cosas que descubro con él cada día me han enseñado a amarlo más. Pero hay una cosita que nadie desea y siempre están “los problemas”. Problemas que van y vienen como perritos por su casa. En este caso, mi problema son las peleas. No sé qué pasó con nosotros. De un momento a otro después de todo ese amor dejamos que ganaran las discusiones y los motivos para enojarnos, para no hablarnos y para hacer que el orgullo se adueñe de nuestras vidas. Lastimosamente nos olvidamos de nosotros sin darnos cuenta que las barreras de el amor lo mueven todo en esta vida y por mucho que hubiera ocupaciones no podíamos descuidar nuestro amor. Pero así pasó, las peleas se volvieron un pasatiempo porque los motivos sobraban por parte de ambos. Motivos que sin querer nosotros mismos creamos y podíamos destruir, pero por no hacerlo día tras día se fue destruyendo lo que tanto habíamos cuidado: nuestro amor.
Empezaron las culpabilidades, los errores, las fallas, la falta de sinceridad, todo eso que solo iba agrandando la barrera entre él y yo y dejamos de ser uno, para ser dos personas diferentes. Por mucho que hablábamos, él no cambiaba y -a su parecer- yo tampoco. Empezó a tratarme mal, a descuidarme y eso me entristeció grandemente y por ende hizo que yo cambiara con él convirtiéndome en una persona demasiado susceptible y esto hacía que por todo me sintiera mal, y que por casi todo terminara las cosas con él.
Pero él no se tomo el trabajo de analizarme para entenderme y actuó a su defensa hiriéndome más y a la vez yo hiriéndolo a él. Ya yo no lo entendía y seguramente el no me entendía a mí y todo eso fue la maldita gota que rebosó la copa y por esa gota, lastimosamente, se acabaron las cosas.
Ya no somos novios, todo terminó y comenzó mi tristeza profunda, mi llanto infinito y mi cobarde obsesión por no demostrar lo que en realidad siento. Empecé a esconderme detrás de una cortina de aparente felicidad que solo él atravesaba. La vida no es la misma sin él. En mi camino ya los colores del amanecer son oscuros para mí y ya no soy la misma de antes. Ya no sonrío con sinceridad y no tengo un norte, ni tampoco un sur, pero hay algo que si tengo claro y es que si aún estoy viva es por algo y tengo que salir adelante y sacar fuerzas de donde no tengo para seguir con mi camino, porque yo quiero ser grande en la vida, tengo sueños y metas muertas que debo revivir.
Ahora sé que no puedo aferrarme a él, porque él también tiene su vida y ahora yo no estoy en ella. Lo único que quiero es que él esté bien, porque sé que no es fácil lo que estamos superando, pero lo conozco y sé que es muy fuerte y saldrá adelante y será también muy grande. Yo espero que todo lo que se proponga se le cumpla, espero que cada día mejore y que siga siendo el Diego hermoso que algún día conocí. Hay cosas que simplemente tienen que pasar para aprender de ellas y espero que el aprenda de esto, así como yo aprendí, y que cuando los dos encontremos la persona ideal no cometamos el mismo error. Espero que todo le salga bien y que sea muy feliz, como espero serlo yo y que, aunque pueda que no nos volvamos a ver o hablar, siempre este entre mis recuerdos.
A pesar de todo lo que pasó, me atrevo a decir sin equivocarme que aún lo amo más que nunca y que jamás, pero jamás, lo olvidare, porque tú fuiste lo mas hermoso de mi vida.
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